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Hartos del estigma, el repudio de los barrios populares a los dichos de Soledad Acuña


19 de enero de 2022

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La ministra de Educación porteña declaró que los alumnos que no fueron acogidos por los establecimientos educativos durante la pandemia "seguramente ya están perdidos en el pasillo de una villa, cayeron en actividades de narcotráfico o tuvieron que ponerse a trabajar". Desde el Barrio 31 y el Bajo Flores responden a esta afirmación discriminatoria.

Albert Einstein escribió que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Y el prejuicio que tiene Soledad Acuña con los pobres es tan consistente que parece darle la razón al creador de la Teoría de la Relatividad.

En esta ocasión, la ministra de Educación porteña hizo gala de su aporafobia con una especulación discriminatoria sobre los chicos de los barrios populares que dejaron la escuela durante la pandemia. "Seguramente estén perdidos en el pasillo de una villa", dijo.

Télam consultó a referentes que trabajan y viven en barrios populares. "Los pasillos del poder a los que ella pertenece, desde donde se espía gente y se protege a los ricos no nos interesan, nos quedamos con los nuestros", afirmó Mónica Santino, directora de fútbol femenino e integrante de La Nuestra Fútbol Feminista, una organización del barrio Carlos Mugica, ex Villa 31.

"Otra declaración de 'Solcito', una digna alumna de Erik Priebke que asocia pobreza con delincuencia y droga como si en Nordelta los únicos problemas fueran la invasión de carpinchos y lagartos overos", dijo el cura en Opción por los Pobres Eduardo de la Serna.

"Encima de que les soltaron la mano, a estos pibes que les hacen creer que no sirven para nada y los convierten en prevíctimas del llamado 'gatillo fácil", sostuvo José Serrrano, un hombre que conoció mucho al padre Carlos Mugica y vivió toda su infancia y preadolescencia en la Villa 31 asistiendo sin saberlo a reuniones políticas con el cura.

"Para Soledad Acuña yo estoy perdiendo el tiempo porque da por perdidos‘a estos pibes. Un docente nunca piensa eso, pero ella no es docente. Y éramos nosotros los que en el peor momento de la pandemia íbamos casa por casa a repartir comida", dijo Emmannuel Farina, maestro de primaria en el Bajo Flores y educador de jóvenes y adultos.

"Nos condenan por estar acá y tengo a mis seis hijos escolarizados. Yo estuve en el pasillo y no es un corredor de droga, es el lugar apoyo para que otro les diga ´vos podés´", explicó indignada Giselle Cano, integrante de Bichito de Luz, un centro de acción familiar muy importante en el Barrio 31 en el que nació.

"Hacen dudar a mis pibes"

 

Giselle tiene un hijo en tercer año que a veces le pregunta si va a "poder" en la vida. Ella le contesta que sí, que claro que va a poder, pero se llena de bronca porque está convencida de que esas dudas se las generan las declaraciones constantemente discriminatorias de funcionarias como Acuña.

"Es gravísimo lo que dijo, pero nunca pasa nada. En el barrio se hizo un esfuerzo tremendo para sostener la educación en pandemia y muchas veces se pagaron datos en los celulares porque ellos, conectividad, no dieron", dijo Santino, que conversó con sus compañeras de La Nuestra sobre el tema. Todas, claro, estaban indignadas.

Agregó que "los compañeros que habitan el barrio no comen vidrio y saben bien de qué se trata. La organización y las redes nos permiten seguir adelante frente a una pandemia que te modifica el escenario de modo permanente", acotó. Y dijo que es un mito que en el Barrio Mugica no importe la educación. Importa y mucho. Todas las pibas que vienen a La Nuestra están escolarizadas y las familias se preocupan un montón. Los pasillos del poder a los que Acuña pertenece, donde se espía gente y se favorece a los ricos son los que no queremos habitar. Nos quedamos con los nuestros", aseguró Santino.
 

El estigma siempre hacia abajo

Nordelta es todo fantástico salvo la invasión de carpinchos y de lobos overos", dijo.

Emmanuel Farina, docente en un colegio del Bajo Flores al que asisten mayormente alumnos de lo que era la Villa 1-11-14 y hoy el Barrio Padre Ricciardeli, dijo a Télam que que un docente no piensa nunca así.

"Pero ella no está ligada a la educación más que por su rango ministerial. Desconoce el sistema educativo porque está lleno de herramientas para los estudiantes con diferentes trayectorias. Ningún docente del país pronunciaría la palabra ´perdido´ porque están los programas de terminalidad para jóvenes y adultos. Para ella estoy perdiendo el tiempo. Relaciona villa con narcotráfico, es como si lo hubiera visto en la tele", enfatiza Farina.

En su opinión, Acuña dijo "lo que piensan cuando se sienten cómodos y el entrevistador no los interpela". A Farina le parece una declaración perversa por el rol del Estado de CABA durante la pandemia. "Si alguien dejó a su merced a los pibes en pandemia fue el Gobierno de CABA. Nosotros nos metíamos cada 15 días en la villa para entregar comida. Lo que me preocupa es que todo lo que dicen pasa y siguen teniendo un 65 por ciento de aprobación.

José Serrano hoy se dedica a pintar y reside en La Boca, pero de chico vivía a 70 metros de la capilla del padre Mugica, enRetiro. En su casa se comían asados y asistió a innumerables reuniones políticas hasta su adolescencia. "No me llama la atención lo que dijo Acuña, me parece cínico. Vivo en La Boca, a mitad de cuadra hay un señor que vendía hamburguesas, el gobierno de CABA le dio un crédito para ponerse un camioncito. Lo compraron y ahora no los dejan vender en las inmediaciones de la cancha de Boca. Así es el Gobierno porteño", opinó.

"Mi hija pasó a quinto año y no la pasó bien durante el peor momento de la pandemia. Pero tiene la computadora. A estos chicos, con todos los problemas que tienen, les soltaron la mano y encima dicen que no sirven para nada. ¿El mensaje cuál es? Si están perdidos son prevíctimas de gatillo fácil. Son perversos", aseguró Serrano.

"Cuando vi el video se me pusieron los pelos de punta. Me dio impotencia y bronca. Yo me crié en el Barrio 31; tengo terciario y mis seis hijos están todos escolarizados. Acuña no tiene idea y condena a un pibe al que no conoce sin estar acá", dijo Giselle Cano.

"A los chicos les faltó conectividad, ayuda del Estado. Estamos hartos de la discriminación constante y dicen cosas que son hirientes todo el tiempo. Piensa que porque somos humildes nos van a convencer de cualquier cosa. No nos conocen. No tiramos el voto. Vienen para la foto y nos damos cuenta. Por eso acá pierden siempre", opinó.

Lo que le más le duele es que ese tipo de mensajes minen la autoestima de sus hijos. "Mis hijos escuchan y están llenos de bronca; el que está en tercer año me pregunta si va a "poder". Y lo pregunta por declaraciones como las de Acuña. Les baja la autoestima y eso me pone triste", sintetizó Cano.

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